Luego de dos especiales muy desgastantes, Juan Carlos Puga y su hijo Juan José pudieron navegar juntos en las difíciles dunas de Arabia Saudita. El equipo se mantuvo unido toda la etapa, alcanzando así el objetivo de equiparar el ritmo para apoyarse mutuamente. “El día de hoy fue completamente diferente a los anteriores, fue una etapa de acondicionamiento entre padre e hijo”.
Uno de los grandes retos que se propuso el equipo integrado por Juan José Puga Torres y su padre, Juan Carlos Puga Dávila, fue terminar el Rally Dakar realizando juntos todo el recorrido.
En las primeras dos especiales, correspondientes a las Etapas 1A y 1B, ese objetivo pareció quedar distante luego de que ambos no pudieran mantener el mismo ritmo. Las dificultades que presentó el Dakar en esas dos jornadas atentaron contra el sueño de ambos.
Pero esta vez, Juan José asegura que el equipo logró eso que tanto deseaban: “encontramos el ritmo. Después de un inicio complicado, en donde desertar era una gran opción por los dolores, las caídas y los contratiempos que tuvimos que pasar y los riegos que corrimos, el día de hoy fue completamente diferente”.
Los riders ecuatorianos debieron afrontar una etapa cuyo 90% estaba emplazado sobre terrenos arenosos, y un tercio de ellos sobre dunas, totalizando 338 kilómetros cronometrados.
Pese a ese gran reto, “La segunda etapa para el equipo Padre e Hijo fue un día de acondicionamiento, de armonía y manejo -más despacio- pero seguros, seguros de lo que hacíamos, de la navegación y del manejo”, explicó Juan José.
Así, los Puga pudieron recorrer todo el tramo juntos, llegando a meta con un tiempo de 8hs46m.
“Después de tantas horas de andar en moto -superamos las 10 horas- tuvimos un desgaste de energía magno, fuerte. Entonces llegamos al vivac y lo importante ahora es hacer los procesos a tiempo, dormir temprano recuperar energías, que mañana es un nuevo día. ¡Vamos bien!”, aseguró Juan José Puga Torres.
Testimonios
Juan José Puga:
“En la segunda etapa del Dakar, encontramos el ritmo. Después de un inicio complicado, en donde desertar era una gran opción por los dolores, las caídas y los contratiempos que tuvimos que pasar, los riegos que corrimos… el día de hoy fue completamente diferente. La segunda etapa para el equipo Padre e Hijo fue un día de acondicionamiento, de armonía y manejo -más despacio- pero seguros, seguros de lo que hacíamos, de la navegación y del manejo.
Al final, después de tantas horas de andar en moto -superamos las 10 horas- tuvimos un desgaste de energía magno, fuerte. Entonces llegamos al vivac y lo importante ahora es hacer los procesos a tiempo, dormir temprano recuperar energías, que mañana es un nuevo día. ¡Vamos bien!”.
Texto: Luciano Schiffer
Fotos: ASO