El “Tigre Rojo de Perlini” fue uno de los icónicos camiones de principios de los años 90 que formó parte de la caravana dakariana. Una historia de idas y vueltas convirtió a la marca italiana en una de las más ganadoras del Rally Dakar, aunque su historia no duró muchos años. Aun así, el recuerdo perdura entre los aficionados de la era africana de la Odisea.
Parecía que el momento de Karel Loprais, uno de los mejores pilotos de camiones de rally de la historia, había por fin llegado, cuando en el Dakar 1989 obtuvo su primera gran victoria en la llegada a Senegal. Sin embargo, una marca que tendría un paso tan fugaz como exitoso postergaría a la leyenda durante cuatro ediciones.
Se trata de la familia italiana Perlini, una constructora de camiones-volquete que, luego del éxito comercial en su país y, especialmente, en el mercado chino, se volcaba al Rally más difícil del mundo para continuar expandiendo su marca.
Pero la llegada de Perlini tiene algunas idas y vueltas que vale la pena detallar. Su incursión en el mundo del rally está directamente relacionada con un nombre muy popular en el automovilismo de los años 70: Clay Regazzoni. El italiano ya había terminado hacía mucho su campaña en la F1 y buscaba incursionar en nuevas categorías.
El Rally Dakar, atrajo su atención. Particularmente la categoría camiones. Y es por eso que Clay se comunicó con Roberto Perlini, fundador y cabeza de la constructora, al que le encargó el armado de un camión competitivo. Claro que el nombre Regazzoni no nos suena mucho en el mundo Dakar. Es que el ex F1 se arrepintió cuando el proyecto ya estaba avanzando y le bajó el pulgar a la Odisea.
Pero Roberto Perlini y su hijo Maurizio ya estaban demasiado metidos en la carrera más difícil del mundo y aceptaron el desafío de llevar su apellido en dos camiones rojos para la edición 1990. Claro que su incursión en el mundo off-road no fue directamente en Dakar. En 1988, ya habían probado suerte en el Rally de los Faraones, donde se llevaron la victoria.
En cuanto a las características del Red Tiger, destacaba la tracción total y el motor Detroit Diésel 8V-92 Turbo de 12,1 litros que llegaba a los 550 CV de potencia. Realmente una máquina que estaba capacitada tanto para el trabajo industrial a gran escala, como también para la carrera más difícil del mundo. Con sus 12 toneladas, esta bestia podía llegar hasta los 150 kilómetros por hora.
Volviendo a 1990, hasta ese momento Mercedes era la marca más ganadora del París-Dakar. DAF (Jan De Rooy) y Tatra (Karel Loprais) habían ganado las dos últimas ediciones y eran los candidatos a repetir el título. Esos dos nombres sí que suenan. Pero antes de que terminen de consolidarse como leyendas dakarianas, llegó esta familia italiana a postergar sus laureles.
Es que Perlini simplemente arrasó con el Dakar. En la edición 1990 cosechó el primer título de la mano del paisano Giorgio Villa. En el 91 repetiría a través de Jaques Houssat y consagraría a la marca, aunque con cierta amargura puesto que Francesco Perlini, el otro hijo de Roberto, fundador de la compañía, estaba a solo tres etapas de ganar la carrera cuando confió en exceso en su camión: para demostrar la fiabilidad de la máquina –y hacer algo de publicidad- decidió salir sin repuesto para afrontar esos últimos kilómetros. Sin embargo, el Perlini rompió una de las suspensiones y quedó postergado. Afortunadamente, el francés salvó la carrera de los Tigres Rojos.
Pero la revancha llegó para Francesco, y de forma doble, puesto que el hijo del fundador ganaría las siguientes dos ediciones: los Dakar de 1992 y 1993. Para el 94, Karel Loprais reanudaría su camino plagado de éxitos, mientras Perlini se retiraría de la Odisea dejando una historia corta, pero muy exitosa.
Así, con esas cuatro conquistas, Perlini continúa siendo hasta hoy la cuarta marca más ganadora del Rally Dakar en camiones, detrás de Kamaz (17), Tatra (6) y Mercedes (5).
Texto: Luciano Schiffer.
Fotos: publicadas por Red Bull, autores desconocidos.
