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Citroën ZX, un prototipo del Dakar que triunfó en los años 90

Cuando Peugeot decide retirarse victorioso del Rally Dakar, tras lograr cuatro títulos en apenas cuatro años, la otra marca del grupo PSA hace su aparición. Así, Citroën llega a la prueba más difícil del mundo con la intención de continuar el legado de su hermana y poner en claro la supremacía francesa en la carrera.

Dakar 1991. Luego de que los coches del Grupo B hayan sido expulsados del WRC en 1987, Peugeot inscribió en el Dakar su exitoso 205 Turbo con el que conquistaría el Rally en cuatro ocasiones consecutivas. Sin embargo, el grupo PSA tendría otros planes, y creyeron necesario impulsar a la otra marca de la sociedad. Así, Citroën hace su aparición en el mundo Cross-Country con el prototipo de un coche que ya estaba en el mercado de automóviles: el Citroën ZX.

Claro que cuando una marca de estas características se juega a un cambio tan radical y a una apuesta tan elevada, se espera que el vehículo esté a la altura de las circunstancias. Y en eso no fallaron. El equipo de la doble espiga heredó el material humano y el capital necesario para tamaña labor.

Vatanen, Ambrosino y Waldegard, tres pilotos que estuvieron al mando del Peugeot 405 (la evolución del 205 Turbo), pasaron ahora al nuevo equipo. Wambergue, no siguió al mando de su coche. El que debutaba, era el jefe deportivo, Guy Fréquelin, que posteriormente lograría tres títulos de WRC entre 2001 y 2007, con Sebastien Loeb como punta de lanza.

Pero volviendo al Rally Dakar y a los años 90, la carrera que se organizaba en África tenía otras tres marcas muy interesantes que se disputaban el título. Además del Grupo PSA, ahora con Citroën como representante, Lada y Nissan, en menor medida, y Mitsubishi, con más fuerza, eran los que intentaban ganar etapas y pelearles la corona a los franceses.

Poco podrían hacer Lada y Nissan, sin embargo, Mitsubishi lo intentó y hasta logró más victorias de etapa en ese Dakar 1991, con 6 triunfos de scratch, en tanto que Citroën quedó relegado con cinco victorias de etapa más el prólogo en casa. Aunque como sabemos, en el Rally Dakar lo que vale es la general, la sumatoria de la carrera. Allí, Citroën no dio el brazo a torcer y se impuso con un Ari Vatanen iluminadísimo que logró su cuarto triunfo de Dakar tras los tres logrados con Peugeot anteriormente.

Llegamos al año 92 y Citroën sin duda era el rival a vencer, aunque ahora Mitsubishi esperaba tener una carrera más regular que le permitiera a su Montero quedarse con la general. El título logrado por Patrick Zaniroli en el Dakar 85 había quedado demasiado lejos y los japoneses necesitaban con urgencia la victoria.

Y en ese Dakar 92 llega la esperada victoria para Mitsubishi con Hubert Auriol ganado por los pelos a su compañero Weber. Los cuatro Citroën nada pueden hacer sobre el franco-etíope que se convertía en el primer ganador en dos categorías distintas, tras sus dos títulos en motos.

Para el Dakar 1993, Hubert Auriol ahora pasa a competir con el equipo francés. Sin embargo, la incorporación no detiene las aspiraciones de Mitsubishi, que logra el segundo título consecutivo con Bruno Saby al mando del vehículo nipón.

Pero los años 90 recién comenzaban y todavía quedaba una esperanza para Citroën. El resurgimiento de la escuadra francesa sería definitivo para los años siguientes donde un piloto de la casa, Pierre Lartigue, emularía a Ari Vatanen para poner al ahora equipo rojo entre los grandes del Dakar.

En el 94, no hubo dudas. Lartigue se impuso en 10 de las 16 etapas del Rally que partió y llegó a París en un recorrido atípico. Junto a Auriol, que ganó otras cuatro etapas, completaron el 1-2 de la general.

La historia se volvería a repetir… dos veces. Porque en el Dakar 1995 y en el Dakar 1996 Citroën alcanzaría el objetivo que lo trajo a la Odisea. Sin dudas, inscribieron su nombre en lo alto del Dakar en los años 90 y fueron, junto a Peugeot, los que marcaron una época donde la carrera crecía a pasos agigantados. Pierre Lartigue llegaría a tres títulos de forma consecutiva en respectivos Dakar y lograría emparejarse en títulos consecutivos con Vatanen, aunque este tiene la ventaja de haberlo hecho con las dos marcas y en cuatro ocasiones.

Sea como sea, esos años dorados de lucha entre el Grupo PSA y Mitsubishi valen la pena ser recordados. Autos hermosos, extraordinarios en paisajes hostiles y hasta inhumanos para competir. Y todavía quedaría mucho África por conocer.

Texto: Luciano Schiffer

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