En esta edición de Dakar Vintage, repasaremos la historia de uno de los vehículos que fue capaz de ganar las dos competiciones de rally más importantes. Nacido para triunfar en el mítico Grupo B del Campeonato Mundial de Rally, el Peugeot 205 Turbo, y su evolución, el 405 Turbo, lograron conquistar luego la carrera más difícil del mundo en África.
La edad de oro del Campeonato Mundial de Rally tiene, indiscutiblemente, su fecha exacta: entre 1982 y 1986, los coches de la Serie B dominaron absolutamente la escena y logró el enamoramiento de millones de fanáticos de todo el globo.
Eran vehículos extraordinarios, con capacidades técnicas difíciles de igualar y también de manejar. Está claro que los pilotos que se animaban a participar de aquellas carreras del WRC eran, sin dudas, los más talentosos y temerarios.
Las imágenes hablan por sí solas: los tramos estaban repletos de un público fervoroso, que nuevamente se volcaba en masa a ver pasar estos particulares coches.
Y esta popularidad llevó a Peugeot, el gigante francés, a apostar todo para ganar el mundial y medirse mano a mano con los mejores del mundo. Un nombre estuvo detrás de esta operación: Jean Todd. Sí, el mismo con el que Ferrari tocó el cielo junto a Michael Schumacher en la F1, fue el encargado de poner en marcha el proyecto que llevaría a Peugeot a quedar para siempre como una de las marcas de rally más importantes de la historia.
En 1984 se da la aparición del Peugeot 205 Turbo, pero el vehículo fue preparado durante dos año por Todd y su equipo. Con la consigna de que sea lo más perecido posible al vehículo de serie, el Peugeot 205 estándar, y que sea un auto ganador, el francés siguió muy de cerca el desarrollo del campeonato mundial, que en ese momento era disputado entre el Lancia Rally 037 (la evolución del Lancia Stratos) y el Audi Quattro.
Del 037 se interesó por su ligereza, el motor central y una carrocería de fibra plástica. Del Quattro, la revolucionaria tracción de cuatro ruedas y el innovador sistema de sobrealimentación por turbo que significaban un plus en aquella época, donde los Caballos de Fuerza y la potencia del motor eran fundamentales para pelear por algún triunfo.
Esa mezcla dio como resultado un coche del Grupo B prácticamente imbatible. En su primer año, el de la puesta a punto y medición frente a los mejores, el Peugeot 205 Turbo ingresó al Mundial de Rally en la cuarta fecha. Eso le bastó al equipo para quedar tercero en el campeonato de constructores, por detrás de Audi y Lancia. El finés Ari Vatanen ganó las últimas tres carreras puntuadas del año y finalizó cuarto en la tabla de pilotos.
Quedó rápidamente demostrado que el 205 Turbo lucharía al año siguiente por el campeonato. En ese 1985, Audi y Peugeot dominaron absolutamente la escena. Pero los franceses estuvieron mucho mejor, tras ganar las primeras tres carreras y luego triunfar en otras cuatro más, con Timo Salonen al mando del coche. Campeonato de pilotos y de constructores para Peugeot. Al otro año, la historia sería la misma, con Juha Kankkunen ganándole el campeonato a su compatriota finés Markku Alen, de Lancia. En sus dos años plenos, el 205 Turbo y sus evoluciones lograron derrotar tanto a Audi como a Lancia.
Pero ese 1986 sería también el final de los Grupo B. Los constantes accidentes y la falta de seguridad tanto en el interior del vehículo como en los tramos ya comenzaban a ser mala publicidad para los sponsors y los organizadores. Éstos últimos, en vez de trabajar de enserio y pensar la forma de mejorar los aspectos débiles de la competición, decidieron el camino más fácil y políticamente correcto: borrar de un plumazo el Grupo B.
Pero Peugeot, pese al duro golpe de no poder competir con su coche insignia, no se rindió y buscó nuevos horizontes. Así, con las reformas necesarias, presentaron algunas modificaciones al 205 Turbo y lo alistaron para correr el Rally Dakar de 1987.
Básicamente lo que se hizo fue alargar 33 cm la carrocería, ensanchar la diferencia entre ejes y limitar la potencia a los 380 caballos para dar una mayor fiabilidad y también una mayor respuesta a bajas revoluciones.
El resultado fue otro coche imbatible. El Peugeot 205 Turbo le hizo frente al Dakar y lo ganó en 1987, con Ari Vatanen, y en 1988 con Kankkunen. Para el 1989, Peugeot volvió a inscribir a su vehículo renombrándolo Peugeot 405 Turbo 16, más por marketing que por otra cosa, y ganó el título, tanto en ese año 89 como en el Dakar 1990, ambas con Vatanen, demostrando que este coche dominaba donde corriese.
Pasarían 26 años para que Peugeot pudiera lograr una nueva victoria. Fue en 2016, de la mano de Stephane Peterhansel a bordo del 2008 DKR. Pero esa es otra historia.
Visita nuestra sección Dakar Vintage, para más historias.
Texto: Luciano Schiffer.
Fotos: archivo.